Ha habido varios intentos de adaptación del juramento hipocrático a
lo largo de la historia. En 1945, se redactó un juramento hipocrático en
la convención de Ginebra, con el texto siguiente:
En el momento de ser admitido entre los miembros de la profesión
médica, me comprometo solemnemente a consagrar mi vida al servicio de la
humanidad.
Conservaré a mis maestros el respeto y el reconocimiento del
que son acreedores.
Desempeñaré mi arte con conciencia y dignidad.
La
salud y la vida del enfermo serán las primeras de mis preocupaciones.
Respetaré el secreto de quien haya confiado en mí.
Mantendré, en todas
las medidas de mi medio, el honor y las nobles tradiciones de la
profesión médica.
Mis colegas serán mis hermanos.
No permitiré que entre
mi deber y mi enfermo vengan a interponerse consideraciones de
religión, de nacionalidad, de raza, partido o clase.
Tendré absoluto
respeto por la vida humana. Aún bajo amenazas, no admitiré utilizar mis
conocimientos médicos contra las leyes de la humanidad.
Hago estas
promesas solemnemente, libremente, por mi honor.
Demasiado bonito... para ser cierto...como venimos viendo en los últimos días.
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